¡La comida no es una medicina!

10/12/2019

08/12/19 Fuente Elle.

¿No comes nada que no sea mega sano o que engorde? Cuidado, puedes estar olvidándote de lo más importante: ¡el placer de comer! Y de ahí a la ortorexia, puede haber un paso.

ás salud, más energía, una piel más bonita y hasta mejor sexo. A veces los eslóganes con los que se publicitan ciertos alimentos inducen a pensar que pueden convertirse casi en medicinas o soluciones milagrosas. Como los supuestos superfoods, los alimentos ecológicos, sin gluten o sin lactosa. Aunque la comida tiene un efecto muy poderoso sobre la salud, ampliamente demostrado por la ciencia, eso no la convierte en un medicamento. De hecho, si sólo ves los alimentos de ese modo -canonizas unos y demonizas otros en función del efecto que van a tener sobre tu organismo -, acabarás convirtiendo el hecho de comer en lago tiste, aburrido y estresante. ¿Y el placer de comer? ¿Y el disfrute que te producen algunos alimentos simplemente porque te gustan, porque están ricos o porque los tomas en compañía o en un lugar bonito?

Pero entonces, ¿la dieta influye o no en nuestra salud? Obviamente sí, incluso hay estudios que relacionan nuestra dieta con nuestro estado psíquico. De hecho, está demostrado que una dieta basada en alimentos altamente procesados puede producir depresión. Como corrobora Rafa Birlanga, dietista-nutricionista y miembro de la Junta Directiva del CODiNuCoVa (Colegio Oficial de Dietistas Nutricionistas de la Comunitat Valenciana) , “los alimentos poco saludables (procesado o ultrapocesados) causan un impacto negativo en nuestra salud y pueden ser precursores de enfermedades, de ahí la importancia de una buena alimentación, principalmente como hábito preventivo”.

“Alimentarnos mal, es decir de forma poco saludable, influirá de forma negativa en nuestra salud, y si lo hacemos de forma saludable lo hará de forma positiva”, dice Birlanga. Según este experto, una alimentación saludable es preventiva ante cualquier enfermedad futura y, por otro lado, “hay patologías en las que, aparte de los tratamientos médicos que se lleven a cabo para su curación, una alimentación saludable, adaptada a esa patología y pautada por un dietista-nutricionista, puede ayudar a la recuperación o curación más rápida”.

Como dice Birlanga, “tener una alimentación y un estilo de vida saludables nos ayuda a tener mejores garantías de salud. Pero prohibirte o prescribirte a ti misma ciertos a alimentos porque supuestamente te van a evitar enfermar, engordar o envejecer antes de tiempo puede que te esté perjudicando más que beneficiando. Como decíamos antes, por un lado te estás perdiendo el disfrute que debería suponer comer; y por otro, puede que ni siquiera esos alimentos que consumes con tanta fe estén produciendo un efecto reseñable en tu salud.

“Quizá más que considerar la comida como una medicina podemos contemplarla como prevención de muchas enfermedades”, apunta la doctora Nerea Gil Fernández, médico especialista en endocrinología y nutrición, y miembro de Doctoralia. “Lo que comemos va a condicionar la salud de nuestras arterias, nuestra tensión, nuestro funcionamiento del riñón etc. y podemos hacer muchos cambios importantes en nuestra salud con modificaciones de la dieta”.

Antidepresivos, antibióticos y suplementos nutricionales

Junto con el alarmante aumento del uso de antidepresivos, antibióticos y antiinflamatorios como el ibuprofeno, se ha registrado también un llamativo aumento en el consumo de suplementos alimenticios con supuestas propiedades beneficiosas o curativas.

Especialmente llamativo es el interés que han despertado los superfoods o alimentos con supuestas propiedades excepcionales sobre la salud y que se suelen tomar en polvo como complementos nutricionales para añadir a zumos, batidos, desayunos, etc. ¿La opinión de Birlanga? “Cada ciertos tiempo aparecen alimentos que van a decirnos que son maravillosos y que tiene propiedades muy beneficiosas; lo que se pretende, en realidad, es vender, dirigiéndose especialmente a aquellas personas más desesperadas, que buscan beneficios rápidos y sin esfuerzo (esto no suele existir sin que ponga en riesgo nuestra salud)”. Por otra parte, como subraya este experto, “tomar alimentos propios de otros países puede ayudar a complementar nuestra dieta, pero hemos de tener en cuenta que la alimentación de proximidad y de temporada es la más sostenible y barata”.

Como corrobora la endocrina de Doctoralia, “los superalimentos no existen, son una moda más”. “Se han metido dentro de esa categoría ‘inventada’ varios alimentos exóticos que si bien pueden tener propiedades beneficiosas para la salud no son mágicos y además tenemos en nuestro país productos con similares características. Los alimentos no curan el cáncer como a veces se ha dicho ni otras enfermedades”, subraya la Dra. Gil Fernández.

Volviendo a esa interesantísima relación entre dieta y salud, existe incluso ya como especialidad la Psiquiatría Nutricional, y son muchas las universidades que han realizado estudios sobre el efecto de los alimentos. Y por cierto, los únicos a los que puede atribuírsele un cambio real en la salud y en la prevención de enfermedades crónicas son las frutas y verduras. Algo que demostró el estudio “Lettuce Be Happy”, realizado por la Universidad de Leeds y la de York, en Reino Unido, que demostró que aumentar en sólo una porción la cantidad de frutas o verduras al día podía mejorar la salud mental tanto como salir a caminar 7 u 8 días más al mes.

Pero esta mejora de la dieta, este aumento de los alimentos frescos, de frutas y verduras, es necesario sobre todo en las zonas empobrecidas o sin recursos, donde escasean los alimentos de todo tipo y realmente pueden ahorrarse muchos costes sanitarios derivados de las enfermedades causadas por la desnutrición. Viviendo en un país desarrollado, con una carta inmensa de alimentos saludables y deliciosos a nuestro alcance, resulta un pecado fustigarse también a cuenta de la comida. ¿No te parece?

De las restricciones a la ortorexia

Los beneficios de las vitaminas, antioxidantes, fibra y grasas saludables sobre nuestra salud también son innegables, pero una cosa es intentar comer sano y otra obsesionarse con lo que comes, reducir tu dieta a sólo ciertos alimentos “seguros”, evitar comer fuera o incluso llevarte tu propia comida cuando tienes alguna reunión familiar o con amigos. ¿Lo haces?

Y no dejan de ser curiosos los “bandazos” que hemos dado respecto a la alimentación, sobre todo desde el ámbito científico (¿o más bien desde la industria alimentaria?), ya que si durante décadas las grasas se demonizaron desde todo tipo de guías alimentarias, ahora las amamos (los adictos al aguacate son legión). ¿A qué carta quedarse? Está claro que tanta información nos está creando confusión y una relación a veces complicada con la comida.

“Sobre nutrición existen muchos mitos y modas que circulan por temporadas”, dice Gil Fernández. “Es muy importante buscar fuentes de información fiables. Como la nutrición nos interesa a todos porque es una parte fundamental de nuestra vida, casi todo el mundo opina sobre ella. Creo que la educación sobre alimentación debería enseñarse desde los colegios. La industria alimenticia cada vez nos facilita más información sobre propiedades de los alimentos y creo que en ese sentido estamos mejorando”. Pero, como subraya la experta de Doctoralia, “la persona encargada de pautar la dieta en función de una determinada patología debería ser un médico especialista en Endocrinología y Nutrición, que podría valerse de la ayuda de un nutricionista para el seguimiento o detalles concretos de la dieta”.

“La nutrición, como todas las ciencias, es muy cambiantes y en este siglo XXI van apareciendo nuevas evidencias científicas que algunas veces modifican lo que sabíamos en el pasado”, dice Birlanga. “El problema es cómo estos mensajes llegan a la población a través de los medios o cómo la industria alimentaria los hace llegar; en este contexto, los medios de comunicación deberían divulgar una información más rigurosa, apoyada en profesionales de la dietética y la nutrición para no llevar a error”, subraya el experto de CODiNuCoVa. Y es que, según Birlanga, el dietista-nutricionista tiene muchas funciones en la sociedad, no solo la pérdida de peso: “se puede acudir a un dietista-nutricionista para la mejora del rendimiento deportivo, para aprender o adquirir mejoras hábitos de alimentación, por alguna patología concreta, etc.”.

Por otra parte, cuando te privas de muchos alimentos y sólo comes cosas supuestamente saludables para estar más delgada, más sana, más guapa o vivir más, puedes desarrollar patrones alimenticios poco saludables, como la ortorexia. Ver la comida como un medicamento o como un veneno puede llevarte a obsesionarte con ella. De hecho, la incidencia de la ortorexia nerviosa (restricciones dietéticas y obsesiones basadas en la salud de los alimentos) ha aumentado tanto que los psicólogos están considerando incluir este trastorno en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales. Por desgracia, cuando limitas lo que comes y eres inflexible al respecto, puedes ver muy mermada tu vida social, familiar y personal.

Sin olvidarnos de que cuando nos imponemos prohibiciones respecto a algunos alimentos, al final podemos acabar dándonos un atracón y sufriendo una ansiedad por la comida que nos aleje de ese poder medicinal que pretendíamos otorgarle. Por ejemplo, ese trocito de chocolate al día que despierta tus sentidos, te hace producir serotonina y te proporciona un momento de placer.

Como subraya Birlanga, “la ortorexia es un trastorno psicológico y serán los profesionales sanitarios los que deban encargarse de diagnosticar a cada persona”. Tener hábitos saludables para vivir mejor debería ser el fin de todas las personas pero, como dice este experto, “necesitamos prestarle atención no a un alimento en concreto sino al conjunto de nuestra alimentación y estilo de vida que llevamos”. “Pero no creo que nos estemos olvidando del placer y disfrutar de comer, las personas que comemos de forma saludables disfrutamos igual o más que otras que no lo hacen y encima sabemos que vamos a obtener beneficios saludables”. Y es que, según este dietista-nutricionista, “muchas veces se nos hace creer que comer saludable es aburrido, plano y poco placentero, pero esa afirmación no tiene fundamento”.

No puedes controlar tanto tu salud

Si tienes fe ciega en que si comes bien no enfermarás nunca, sentimos decirte que nadie tiene un control absoluto sobre su salud. De hecho, está demostrado que nuestra longevidad dependen de unos nueve factores que tienen que ver con los hábitos de vida, y sólo dos de ellos tienen que ver con lo que comemos. Y sí, los alimentos frescos, como las frutas y verduras son una de las claves, al igual que comer de forma moderada, como hacen los habitantes de Okinawa, uno de los lugares más longevos del mundo. Pero el resto de factores que tienen el poder de alargar tu vida y hacer que te sientas sana y feliz son la práctica regular de ejercicio, socializar y compartir con los demás. Y esto, muchas veces, se hace en torno a una mesa llena de buenos platos.

“Sabemos que hay alimentos que tiene un impacto sobre la salud, más negativo y otro más positivo, y hay estudios que avalan, por ejemplo, que el aceite de oliva virgen extra es la grasa más saludable”, dice Birlanga. “Pero nos tenemos que fijar no en un solo alimento sino en el conjunto general de nuestra alimentación, que ha de ser variada, equilibrada y que incorpore alimentos saludables, y también enmarcar nuestra alimentación dentro de un estilo de vida saludable y evitar hábitos nocivos como las drogas, tabaco o alcohol”, subraya este experto.

¿Cómo conseguir que nuestra dieta sea realmente beneficiosa para nosotros? Olvidándonos de restricciones, de buscar alimentos milagro, permitiéndonos disfrutar de los platos que nos gustan y, sobre todo, personalizándola con la ayuda de un endocrino y dietista-nutricionista, que son los profesionales que realmente pueden decirte qué alimentos debes incluir o moderar en tu mesa.

Como apunta a Dra. Gil Fernández, “está demostrado que una dieta saludable y equilibrada debe tener un contenido alto en frutas y verduras, ya que son una fuente importante de vitaminas y minerales. “Es importante un buen aporte de proteínas de alto valor biológico como la carne, pescado y huevos para facilitar la reparación de nuestros tejidos. Además, debemos restringir el consumo de grasas saturadas (carne roja, embutidos, quesos…) ya que aumentan el riesgo de diabetes, colesterol y enfermedades cardiovasculares”. Pero sin obsesiones, por favor.

La conclusión de la Dra. Gil es, afortunadamente, optimista: “creo que la preocupación por la comida sana está aumentado pero en la mayoría de los casos en un buen sentido, sin obsesiones”. “Como en todo, siempre hay quien lo lleva al extremo. En mi opinión en España la vida social sigue girando en torno a la mesa así que creo que se puede seguir disfrutando de la comida con pequeñas concesiones puntuales y hacer una alimentación sana de manera regular”.