01/06/19 Fuente El Economista.
En un tiempo donde la alimentación se ha convertido en terreno talibán, es complicado no sucumbir a teorías, normalmente, erróneas. Son tantos los argumentos y tendencias sociales que hoy existen en torno a la comida, que hay hasta quienes le han cogido cierto recelo. En este sentido, para aclarar conceptos básicos sobre nutrición y conocer las falsedades de este sector, hablamos con Antonio Escribano (Córdoba, 1950), médico especialista en Endocrinología y Nutrición y Medicina Deportiva. Actualmente, trabaja como miembro de la Comisión de Nutrición y Hábitos saludables del Comité Olímpico Español, es responsable médico del área de nutrición de las Federaciones Españolas de Baloncesto y de Fútbol y ha impartido más de 300 conferencias en diferentes eventos científicos, nacionales e internacionales. Un camino lo bastante completo para poder diferenciar el bien del mal o, mejor dicho, lo demostrado científicamente de lo infundado.
Las multitud de informaciones y teorías contradictorias que surgen cada día alrededor del sector nutricional son, sin duda, su peor enemigo. En este punto, el especialista aclara: «Aunque la percepción sea de uno a uno, no es así. Esto es un uno a nueve. Todos los organismos serios e internacionales, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), coinciden siempre en lo mismo. Luego, está el típico despistado que dice otra cosa, pero si la gente se informa, podrá ver lo que está científicamente comprobado y lo que no». Y es que Escribano reprocha la falta de respeto que existe hacia la bioquímica, ya que «cualquiera se cree con derecho a opinar» cuando, añade, «esto no es cuestión de ideales, es ciencia».
«Si la NASA presentara un cohete, nadie le diría al físico en cuestión que ese cohete está mal colocado. Yo, en cada conferencia, me encuentro con alguien que discrepa con lo que digo. No se dan cuenta de que esto es lo que es, lo que está demostrado. La alimentación es bioquímica, no filosofías raras», manifiesta.
Carne y leche
Cuando pensamos en dos productos demonizados, enseguida se nos vienen a la mente la carne y la leche. Dos de los mitos «sin sustento científico» y más equivocados para el especialista. «Se trata de dos alimentos que están sufriendo un auténtico escrache, y no tiene sentido, porque están en la pirámide alimentaria de todos los países». Y es que la mítica frase de «somos el único mamífero que sigue tomando leche después de la lactancia» es, según el profesional, totalmente falsa. «No tomamos leche amamantando, sino como producto animal», reclama. «La leche tiene un azúcar que se llama lactosa y, para digerirse, hace falta otra cosa que se llama lactasa, una enzima que tienen los niños y que a los dos o tres años desaparece. Hace 10.000 o 12.000 años, por motivo de alguna hambruna o por alguna migración, tuvimos una mutación genética, como las cientos que ha habido en la humanidad a lo largo de la historia, porque los humanos hemos podido sobrevivir a las diferentes etapas gracias a eso. Entonces, en esta mutación, empezamos a fabricar lactasa, pero no todos los humanos, sino una parte, los que tuvieron que migrar más para arriba. Por ese motivo, en España, el 70 por ciento de la población es tolerante a la lactosa, y en lugares como China son todos intolerantes, por motivos de genética», aclara.
Con este argumento, desmonta toda la «filosofía» creada alrededor de este producto y aclara que, siendo tolerantes, es un producto básico de primera necesidad.
Respecto al otro producto más castigado, la OMS publicó hace unos meses un comunicado que rezaba: Lo siento veganos, no tenéis razón. La carne es esencial para los seres humanos. Pero, pese a esto, declara Escribano, hay quienes se empeñan en desvirtuar la información y sacar conclusiones incorrectas. «Llevamos millones de años tomando carne y, gracias a eso, tenemos el cerebro que tenemos, sino, no hubiéramos evolucionado. Esto está absolutamente demostrado». Así, explica que la anatomía del ser humano está perfectamente preparada para el consumo de carne, y esto no nace de la casualidad: «Nuestro aparato digestivo tiene ácido clorhídrico y somos la única especie que tiene una boca con molares, incisivos y premolares. Esto significa que nuestra dentadura está hecha para comer de todo».
A este hilo, y para todos aquellos que sustituyen alimentos con algún tipo de suplemento -palabra prohibida para el especialista, que solo habla de complementos-, rebate: «Todos los humanos nos regimos por los mismos parámetros, lo que sí varía son las cantidades. Si tienes una buena alimentación, nunca son necesarios los suplementos. En todo caso, si alguien está deficitario en algo, tendría que tomar complementos alimentarios que le cubrieran esa falta. La gente cree que las vitaminas o proteínas son como el dinero, cuanto más, mejor. Esto no es así. Por ejemplo, al igual que la falta de Vitamina A origina ceguera, el exceso de ésta causa exactamente lo mismo. Esto no es algo que se pueda tomar a tu antojo, pero es lo que han querido vender las marcas», sentencia.
Un filón de negocio al que muchos se han sumado y que ha ocasionado que «gente sin conocimiento» opine y haga dogmas de todo. Con fin de poner orden en este caos de desinformación, Escribano aconseja «escuchar a los especialistas», comer con sentido común y no de forma instintiva y no obsesionarse con la comida -algo habitual en los últimos años-. En fin, escapar de la excentricidad y apostar por la ciencia. «Hay que sustituir el ¿doctor, qué me tomo? por el ¿doctor, qué me como?», remata.