22/07/19 Fuente El Imparcial.
Es la obsesión del famoso chef italiano Massimo Bottura, una de las joyas de la gastronomía italiana y, además, un producto lácteo con lactosa. Cada vez es más común ver productos lacteos tratados para eliminar de ellos la lactosa, que afecta a numerosas personas intolerantes a este azucar presente en los lácteos.
Los intolerantes a la lactosa carecen de lactasa, una enzima que descompone los azúcares que se encuentran en la leche de vaca y algunos de sus derivados. Sin embargo, quesos como el Parmigiano Reggiano están libres de lactosa de una forma natural.
El Parmigiano Reggiano, una denominación de origen propia de Parma, en Italia, y en su elaboración se usan tres ingredientes: leche cruda, cuajo y sal. Se necesitan 13 litros de leche para producir tan solo un kilo de queso, leche que se lleva a la quesería durante la tarde para que esta repose durante toda la noche, creando una capa de nata en la superficie.
Por la mañana, esta nata se elimina y la leche de la noche anterior se mezcla con leche recién ordeñada. La leche se calienta con suavidad y se le añade algo del suero fermentado del día anterior para, posteriormente, añadirle cuajo de ternera natural, que coagulará la leche. Gracias a este proceso las bacterias del queso deshacen y fermentan la lactosa, convirtiendo el resto del azúcar de la leche en ácido láctico, mucho más fácil de digerir.
Periódicamente, el Consorcio de Parmigiano Reggiano analiza aleatoriamente diversas muestras para comprobar los niveles de lactosa en el queso. Las muestras se recogen durante los nueve meses que el queso se encuentra madurando, así como en los puntos de venta, es decir, en quesos de más de 12 meses de maduración.
En todas las muestras analizadas por el Consorcio, el valor de la lactosa siempre ha sido inferior al límite de detección del método (LOD = 0.01g / 100g) confirmando que el envejecimiento no influye en el contenido de lactosa presente en Parmigiano Reggiano.
Se calcula que actualmente hay unas 265.000 vacas de más de 24 meses de edad que producen casi dos millones de toneladas de leche (un 15,9% de la producción de leche de Italia) para la elaboración del Parmigiano Reggiano.
Estas vacas se alimentan fundamentalmente de forrajes locales (al menos un 50% tiene que haber sido producido en la misma granja en la que se produce la leche, y en un 75% debe proceder de la zona de influencia de queso) y también piensos vegetales a base de cereales como cebada, trigo y maíz provenientes de empresas acreditadas por el Consorcio del Parmigiano Reggiano.
Esta cuidada alimentación es muy estricta, y excluye materias primas muy comunes en la alimentación de este tipo de ganado, como los forrajes ensilados, para evitar que se trasmitan aromas o sabores anómalos a la leche y que puedan llegar a influir en el producto final. Una leche que será clave para la elaboración de este delicioso queso naturalmente libre de lactosa.
Además, el Parmigiano Reggiano presenta otras excepcionales cualidades intrínsecas: digestibilidad, elevado contenido de calcio presente en forma biodisponible, ausencia de aditivos y conservantes, fuente de minerales, deleite y agrado organoléptico.