Intolerancia lactosa en infancia y adolescencia

04/03/2025

La intolerancia a la lactosa (IL) es una condición caracterizada por la incapacidad parcial o total de digerir la lactosa, el azúcar presente en la leche y sus derivados lácteos, debido a una deficiencia de la enzima lactasa. En la edad pediátrica, esta afección puede presentarse en distintas formas como la intolerancia primaria, que se desarrolla con la edad, y la secundaria, que puede surgir como consecuencia de patologías intestinales. También existe, aunque en muy puntuales casos, la intolerancia a la lactosa congénita provocada por un defecto genético en el que los bebés producen una actividad nula o mínima de la enzima lactasa, impidiendo la digestión de la lactosa desde el nacimiento.

Prevalencia intolerancia a la lactosa
Si hablamos de cifras en cuanto a la IL, se ha observado que la actividad de la lactasa puede disminuir progresivamente a partir de los 3-5 años, reduciéndose hasta un 5-10% en la edad adulta. Este proceso está determinado genéticamente y afecta aproximadamente al 15% de la población española, siendo más frecuente en personas de origen asiático o africano. (Ana Isabel Jiménez Ortega, 2020; La et al., 2011)

No existe una prevalencia exacta y única de la IL en edad pediátrica en España, ya que los estudios muestran diferentes porcentajes según la edad y el método de diagnóstico utilizado. Pero, por poner un ejemplo, un estudio realizado en España utiliza la prueba de hidrógeno espirado y determina que la prevalencia de IL en niños de 10 años es del 13%, mientras que en adultos mayores de 40 años ya alcanza el 38% (Infante, 2008). Esto es lógico porque, como ya sabemos, con la edad, la actividad de la lactasa va disminuyendo y, por tanto, aumenta el porcentaje de población adulta con IL. A nivel mundial se calcula que aproximadamente un 68% de la población padece IL. (Storhaug et al., 2017)

Asimismo, un estudio realizado en Chile, que nos puede servir de referencia para no hablar únicamente de la población española, encontró que la frecuencia de IL en pacientes pediátricos con sospecha clínica fue del 27%. (Parra et al., 2015)

De igual forma, un estudio realizado sobre la población china que incluyó 1168 niños sanos de 3 a 13 años fueron sometidos a una prueba de lactosa y los resultados mostraron que las incidencias de deficiencia de lactasa en niños de 3 a 5, 7 a 8 y 11 a 13 años fueron del 38,5 %, 87,6 % y 87,8 %, respectivamente.(Y Yang, 1999)

Debemos añadir también que es difícil conocer la prevalencia exacta de dicha intolerancia porque muchas personas se autodeclaran intolerantes sin diagnóstico previo; como este estudio en Suiza donde el 55% de la población que estudiaban, que incluía 2036 niños y adolescentes, se habían autodeclarado intolerantes a la lactosa. (Légeret et al., 2022)

Cuando hablamos de intolerancia secundaria a la lactosa en edad pediátrica, los porcentajes pueden variar, pero, de nuevo, no hay una cifra exacta, sobre todo porque, en este caso, esta intolerancia puede surgir a cualquier edad como consecuencia de patologías intestinales.

Al igual que en los adultos, independientemente de si la intolerancia es primaria o secundaria, el impacto en el bienestar del niño es el mismo: dolor abdominal, diarrea, hinchazón y malestar digestivo. Estos síntomas pueden afectar la calidad de vida del niño, especialmente si la intolerancia no se maneja adecuadamente.

Manejo nutricional y calidad de vida
El tratamiento de la IL en niños se basa en la adaptación de la dieta según la tolerancia individual. En algunos casos, es necesario evitar completamente los productos con lactosa, mientras que en otros se pueden consumir pequeñas cantidades sin síntomas. Una dieta restringida en productos lácteos puede causar deficiencia de calcio y vitamina D y, secundariamente, conducir a desnutrición y baja masa ósea. Por ello es fundamental garantizar una alimentación equilibrada y evitar deficiencias nutricionales.

Un manejo adecuado de la IL en la infancia no solo mejora el bienestar del niño, sino que también previene posibles complicaciones y optimiza su calidad de vida. Por ello, el diagnóstico temprano y una alimentación adaptada a cada caso son claves para garantizar un desarrollo saludable.


Ana Isabel Jiménez Ortega. (2020). Intolerancia a la lactosa. Sociedad Española de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica.

Infante, D. (2008). Intolerancia a la lactosa: en quién y por qué. Anales de Pediatría, 69(2), 103–105. https://doi.org/10.1157/13124885

La, E., Izquierdo, O., Aguado, I. C., & Pelayo García, F. J. (2011). Situación actual de la intolerancia a la lactosa en la infancia. In Revista Pediatría de Atención Primaria • (Vol. 13).

Légeret, C., Lohmann, C., Furlano, R. I., & Köhler, H. (2022). Food intolerances in children and adolescents in Switzerland. European Journal of Pediatrics, 182(2), 867–875. https://doi.org/10.1007/s00431-022-04755-7

Parra, P. Á., Furió, C. S., & Arancibia, A. G. (2015). Análisis de test de aire espirado en niños con sospecha de intolerancia a la lactosa. Revista Chilena de Pediatría, 86(2), 80–85. https://doi.org/10.1016/j.rchipe.2015.04.017

Storhaug, C. L., Fosse, S. K., & Fadnes, L. T. (2017). Country, regional, and global estimates for lactose malabsorption in adults: a systematic review and meta-analysis. The Lancet Gastroenterology & Hepatology, 2(10), 738–746. https://doi.org/10.1016/S2468-1253(17)30154-1

Y Yang, M. H. H. C. L. B. (1999). Study on the incidence of lactose intolerance of children in China. Wei Sheng Yan Jiu, 28(1), 44–46.