Estrella Rubio, dietista-nutricionista colaboradora de Adilac, nos ayuda a entender aspectos de la intolerancia a la lactosa a los que quizás no prestamos suficiente atención. Con una formación inicial en Magisterio de Educación Física y tras unos años como educadora, Estrella orientó su trayectoria profesional hacia la nutrición. Cursó estudios universitarios en España y Francia y comenzó su andadura profesional en la nutrición clínica. Formó parte del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) en Madrid, y trabajó en el ámbito de la nutrición hospitalaria y la prevención de la desnutrición en diferentes hospitales clínicos de Sevilla y Madrid. En 2014 creó el centro de nutrición clínica y escuela de alimentación Nutrimente, en Sevilla. Desde entonces ha atendido a miles de pacientes y ha ido especializándose en la atención de personas con patologías digestivas y trastornos de la conducta alimentaria. En esta entrevista, explica de forma divulgativa muchas de las implicaciones de la lactosa en la alimentación.
¿De dónde viene tu vocación por el mundo de la nutrición?
Un amigo cercano a mi familia me influyó desde pequeña en su manera de entender la alimentación y la salud, más cercana a la agroecología. Y, por otro lado, siempre me ha atraído mucho la manipulación de los alimentos, las texturas… Mi madre me dejaba hacer fechorías en la cocina desde muy pequeña. Ahora, de adulta, entiendo el valor de esa educación.
¿ Cómo acabaste interesándote por la intolerancia a la lactosa?
Hace 15 años, la intolerancia a la lactosa era bastante desconocida. Era poco habitual manifestar la condición de intolerante en el bar o el restaurante e, incluso, entre personas cercanas, de nuestro entorno. Para muchos intolerantes, tener que dar explicaciones era un motivo de incomodidad. Casi explicaban su condición con vergüenza. Fue desde el inicio del proyecto de Nutrimente que me puse en contacto con ADILAC, porque creía necesaria la sinergia entre profesionales para dar voz a esta intolerancia.
Mencionas esa incomodidad del intolerante a la lactosa, tiempo atrás tan habitual. Muchas de estas personas habían hecho un auténtico peregrinaje para llegar a un diagnóstico, a causa de muchos factores, entre los que se contaba la falta de conocimientos de los médicos. ¿Da la sensación de que los pacientes con intolerancia, sobre todo en el pasado, se vieron obligados a vivir con más dudas de las que merecían?
Probablemente. Todos hemos aprendido más sobre la intolerancia a la lactosa en estos últimos años. Ahora ya no es tabú, y comienza a formar parte de lo cotidiano. Esto es un gran avance.
¿Qué consejo podemos dar a la persona a la que acaban de diagnosticar la intolerancia a la lactosa?
Nunca es fácil cuando una persona debe renunciar a un alimento que ha formado parte de su dieta durante toda su vida. En el cambio hacia una dieta exenta o reducida en lactosa, es crucial aceptar la situación en primer lugar, y para ello tomarse el tiempo que haga falta. Posteriormente animo a todos a informarse y conocer en profundidad en qué consiste la intolerancia a la lactosa, para de verdad ser coherentes en su forma de comer.
Entender la nueva dieta, implementarla y ser coherente.
Sí, esa es la manera. La intolerancia a la lactosa es una patología que no te mata, pero que te va haciendo daño de forma silenciosa si no eliminas o reduces la lactosa de tu dieta. En cuanto a sintomatología, el cuadro digestivo es difuso. La persona se siente hinchada, sin deposiciones regulares. Y, más allá de estos síntomas, disfruta mucho menos de la comida.
¿Es la recuperación del intestino el gran estímulo para reducir la lactosa?
Si hablamos de motivación, me parece un muy buen estímulo que argumente por qué retirar la lactosa, claro. Y por eso es tan importante ser persistentes. Hace falta tiempo para que el organismo se reponga, aún más si el diagnóstico ha sido tardío. Nos encontramos con un entorno bacteriano alterado. El exceso de fermentación en el intestino puede llevar a un desequilibrio bacteriano, a una disbiosis.
¿Es fácil llevar una dieta sin lactosa?
Cada día sabemos más sobre la importancia de la microbiota intestinal y por qué necesitamos cuidarla y nutrirla. Además de retirar la lactosa, creo que debemos aprender a seguir una dieta sin lactosa que persiga además un equilibrio en nuestra microbiota. La dieta sin lactosa, además de saludable, debe ser variada, equilibrada y suficiente.
Dieta variada, equilibrada y suficiente. ¿No es este un ideal que hay que perseguir siempre, se tenga o no intolerancia a la lactosa?
Por supuesto. Pero no todo se reduce a unos parámetros de la dieta que hay que seguir para evitar síntomas y restituir la salud del intestino. No podemos olvidarnos de la dimensión emocional. Me refiero al trabajo, la familia y a los rasgos de personalidad de cada uno, como por ejemplo las personas que tienden a preocuparse mucho, mantienen una alerta constante, etc. El estrés y otros factores emocionales pueden influir en la salud gastrointestinal. De hecho, el estrés crónico puede aumentar los síntomas de la intolerancia a la lactosa.
A la luz de todo lo que explicas, ¿qué valor tiene el trabajo del nutricionista?
Mucho… Si solo se tratase de prescribir una dieta sin lactosa, nuestro trabajo se acabaría rápido. La primera pregunta importante a la que solemos dar respuesta es: ¿qué significa una alimentación sin lactosa? Hay que ser consciente de trazas y de ingredientes medio ocultos, y hay que saber interpretar las etiquetas. El intolerante a la lactosa debe aprender a seleccionar los alimentos envasados. Pero una vez hemos retirado la lactosa, debemos seguir avanzando en la nutrición del sistema inmune.
La lactosa se las arregla para estar presente en los alimentos menos evidentes.
La lactosa está presente en la leche de todos los mamíferos -lácteos y derivados-; y por otro lado, la encontramos en una asombrosa lista de alimentos procesados, en sus diferentes funciones, por ejemplo conservante.
¿Comen bien los intolerantes a la lactosa?
En general, sobrevaloramos la calidad de nuestra alimentación. Creemos que comemos mejor de lo que realmente hacemos. Pero hablo tanto de los intolerantes, como de los no intolerantes a la lactosa.
En otras palabras, no comemos tan bien como pensamos.
No, no comemos tan bien como pensamos. La intolerancia a lactosa puede esconder una gran complejidad. Y hay que tener en cuenta que la alimentación es solo un eslabón que enlaza a su vez con otros, por ejemplo, el estado de ánimo y las emociones, siempre presentes…
Una cosa que quizás mucha gente no sepa es que casi todos somos intolerantes.
El 70% de la población mundial es intolerante, en mayor o menor grado. Tras el destete y hasta los 4-5 años, decae la secreción de la enzima lactasa o pierde funcionalidad, hasta el punto en que la persona pasa a ser intolerante a la lactosa. Hay una pequeña parte de la población, que debido a una mutación genética no ve alterada su función enzimática y es por esto que puede consumir lactosa. ¡Pero es una minoría!
¿Cómo recuperas en la alimentación el valor nutricional de los lácteos que has suprimido de la dieta?
Necesitamos consumir frutas variadas para evitar el empobrecimiento de la microbiota. Para el déficit de calcio, tan presente en la leche, hay fuentes alternativas. Aunque, aun más importante que cuánto calcio contiene un alimento, es cuánto calcio es capaz el organismo de absorber de ese alimento. Esto es la biodisponibilidad. El calcio presente en la leche no es tan biodisponible como el calcio de otros alimentos. Son fuentes con un calcio más biodisponible las verduras crucíferas, como el brócoli, la coliflor, la col, las coles de Bruselas y las coles lombardas. El intolerante a la lactosa debe aprender cómo puede aumentar la absorción de calcio en el organismo. Para ello hay que tener presentes tanto el aporte de calcio biodisponible de los alimentos, como los anti-nutrientes que estos puedan presentar.
¿Qué son los anti-nutrientes?
Los anti-nutrientes son sustancias naturales presentes en los alimentos que impiden que el calcio se absorba de forma correcta en nuestro organismo.
¿Por ejemplo?
Tomar café o chocolate después de comer, debido a los taninos que contienen, hace que el calcio presente en esa comida concreta no se absorba correctamente. Añadir una bolsita de té que contiene taninos a un vaso de leche, disminuye la biodisponibilidad de ese calcio que nos aporta la leche.
¿Qué otros alimentos pueden neutralizar, en mayor o menor medida, la absorción de calcio?
Las bebidas carbonatadas como la cola, tienen ácido fosfórico que impide la absorción del calcio, provocando su excreción en orina.
¿No llega nada de calcio al hueso?
Muy poco. No es una buena idea acompañar las comidas de estas bebidas, tanto por sus altos contenidos en azúcares como por el obstáculo que representan para la absorción del calcio. Asimismo, las personas que consumen dos o tres latas de refrescos de cola durante su jornada laboral, deben tener presente que estas bebidas son negativas para los huesos.
No hay que olvidar que el calcio es un nutriente esencial.
El calcio es un nutriente esencial, que puede echarse en falta en la dieta de las personas con intolerancia a la lactosa. Hay intolerantes para los que este déficit es un problema más importante, como es el caso de la mujeres con intolerancia a la lactosa con perimenopausia, una etapa en la que hay grandes necesidades de calcio. La idea que quiero transmitir es que no solo se trata de prestar atención a los alimentos más ricos en calcio, de los que los medios de comunicación van hablando de forma recurrente, sino también de la absorción real de ese nutriente por el organismo.
Otro mensaje importante es que podemos encontrar alimentos que compensen la pérdida de las aportaciones nutricionales de la lactosa.
Se puede vivir sin leche y sin lactosa. Como también se puede vivir sin gluten, en caso de tener enfermedad celíaca. Cuando debemos restringir un nutriente, lo más importante es potenciar los alimentos que de forma natural carecen lactosa o gluten, en lugar de andar comprando infinidad de productos ultra-procesados específicamente sin gluten o sin lactosa. Se trata de un mensaje que hay que extender, porque se tiende a consumir en exceso el producto envasado sin.
¿Qué dieta es más difícil de seguir: sin lactosa o sin gluten?
La dieta sin gluten es más difícil, porque además de los alimentos que de manera natural contienen gluten, también está presente en una gran cantidad de alimentos procesados en forma de trazas, o por contaminación cruzada… Digamos que la diferencia más importante es que en celiaquía no hay niveles de celíacos, se debe restringir toda presencia (y trazas) de gluten de la dieta, y con la intolerancia a la lactosa sí que hay niveles de tolerancia, y por tanto de ingesta de lactosa.
Pero los lácteos son un grupo de alimentos estructural, ¿o no es así?
Creo que consumimos un exceso de lácteos en nuestra dieta en forma de derivados, más que la propia leche en sí. Esto contribuye a una alimentación más procesada con demasiados azúcares, sal y aditivos con productos como los postres lácteos, los yogures azucarados o los sucedáneos de queso, como el queso en polvo y el queso gratinado.
¿Deberíamos ceñirnos más a la leche sin lactosa y no incorporar tantos derivados procesados de la leche?
Los postres lácteos, por ejemplo, son alimentos ultra-procesados y superfluos. Y no se trata solo de que perjudiquen la calidad de la dieta. Además, el exceso de la proteína de la leche de vaca podría tener relación con un perfil más inflamatorio. En el caso de algunas enfermedades autoinmunes, como la artritis reumatoide y enfermedades inflamatorias intestinales (EII) como la enfermedad de Crohn, se ha estudiado la relación entre la dieta y la inflamación. Algunos estudios sugieren que ciertos componentes de la leche como la proteína de la leche de vaca pueden desencadenar respuestas inmunes en algunas personas susceptibles, aumentando la inflamación en casos de enfermedades autoinmunes.
En los últimos daños, la leche ha estado recibiendo mala prensa. Muchas personas que no son intolerantes a la lactosa la han apartado de su dieta y se han pasado a las bebidas vegetales.
El problema no es el vaso de leche, que ha recibido quizás exceso de mala fama. Si quieres tomar leche (no siendo intolerante a la lactosa), ¡adelante! Como he dicho, lo que sí debería ocuparnos es el consumo excesivo de derivados lácteos ultra-procesados.
¿Qué valor tienen para la dieta las bebidas vegetales que ocupado el lugar de la leche para muchas personas?
Estamos en un momento álgido para las bebidas vegetales, cuyas propiedades nutricionales se están exacerbando, a mi modo de verlo. A la hora de la verdad, estas bebidas contienen un ingrediente vegetal -soja, avena, almendra, etc-, agua y en muchas ocasiones, otros tantos ingredientes prescindibles, como aceites refinados y sal, dando como resultado una bebida de escaso interés nutricional.
¿No tienen estas bebidas un aura de saludables?
Si quieres consumir bebidas vegetales de forma regular, presta atención a los ingredientes, y busca al menos que lleven el ingrediente principal (soja, avena…) y agua.
A lo largo de esta entrevista, has hablado de la importancia de los factores emocionales en relación a la intolerancia a la lactosa. ¿Qué relación hay con los trastornos alimentarios?
Es un tema muy complejo. Restringir un alimento de manera radical a una persona debe hacerse adaptando el proceso a cada paciente. Hay que tener en cuenta que hay personas que tienen rasgos más obsesivos, meticulosos, que quizás vienen arrastrando una relación con la comida difícil… y plantearles una restricción podría contribuir a preocuparse de forma excesiva por lo que comes o dejas de comer, dando lugar a mayor ansiedad y empeoramiento de la relación con la comida. Asimismo, veo pacientes intolerantes a la lactosa que utilizan los lácteos de forma consciente como purgativo, para perder peso. Como digo, es un tema muy complejo que daría para otra entrevista.
Sigue habiendo mitos sobre la dieta y todavía tenemos mucho que aprender sobre la intolerancia. Pero, aún así, ¿crees que ha mejorado la situación de los intolerantes?
Estoy convencida, sí. Hemos avanzado mucho, tanto en investigación como en aprendizaje como sociedad, lo veo cada día en consulta, pero también en el bar donde tomo café o en las conversaciones donde aparece este tema. Pero como ocurre en cualquier otro tema de nutrición y salud, siempre está en continuo avance, y no me cabe duda que la intolerancia a la lactosa, en un tiempo, se verá y entenderá de manera diferente a como la vemos en la actualidad.
mh